Comenzaré con la definición que la OMS da de la familia:
Para la OMS “la familia es la unidad básica de la organización social y también la más accesible para efectuar intervenciones preventivas y terapéuticas. La salud de la familia va más allá de las condiciones físicas y mentales de sus miembros; brinda un entorno social para el desarrollo natural y la realización personal de todos los que forman parte de ella”.
Hoy en día existen muchos modelos de familia: las nucleares clásicas, con un solo padre/madre (monoparentales) , matrimonios homosexuales, adoptivas, familias reconstituidas (segundo matrimonios).
Y todos estos modelos diferentes tienen algo en común: las etapas del desarrollo familiar o también llamado ciclo vital familiar.
A lo largo de la vida nuestra historia familiar cambia pasando por diferentes etapas: cada una de ellas con sus riesgos y oportunidades específicos.
Son en los cambios de cada etapa cuando podrán aparecer momentos de crisis, de mayor dificultad en nuestra relación familiar.
Hay que distinguir entre crisis normativas que son esperables, predecibles, relacionadas con el ciclo vital familiar(contraer matrimonio o vivir en pareja, nacimiento del hijo, su crianza, su adolescencia, “nido vacío”). Y crisis no normativas :Hechos inesperados o no previstos como el divorcio, la situación desencadena por el desempleo, una enfermedad, un aborto, fallecimiento, un accidente, incendio, catástrofe natural, etc.
Por ello, vamos a estar atentos y os voy a señalar las 4 etapas del ciclo vital familiar con sus posibles “crisis” esperadas donde tendremos todos que hacer reajustes para lograr un bienestar y disfrute familiar.
Tomo como referencia a Minuchin, uno de los grandes maestros de la Terapia Familiar en las etapas del ciclo vital familiar:
1ª Etapa: Formación de la pareja.
Implica constituir y consolidar la pareja en base a un compromiso claro y tener proyectos de futuro en común. Habrá que conocer los intereses, deseos y necesidades que cada miembro de la pareja tenemos e ir acoplándonos mutuamente.
En esta etapa, la dificultad estriba en la falta de asunción del auténtico compromiso (nosotros) y la falta de independencia de mi familia de origen (soy más hijo/a que pareja).
2ª Etapa: Nacimiento de los hijos.
Dar una respuesta adecuada al hecho de habernos convertidos en padres va a suponer todo un reto en la reorganización de la relación con mi pareja a muchos niveles:
Adaptación a las nuevas rutinas, al nuevo rol de padres que somos, a establecer un estilo educativo común a nuestro hijo y a seguir cuidando la relación de pareja (no ser sólo padres). Igualmente habrá que poner límites a nuestras familias de origen para que seamos más padres que hijos.
3ª Etapa: Escolaridad de los hijos hasta la adolescencia
Un cambio importante se produce cuando comienzan el colegio porque se inicia el periodo de separación y posiblemente,cada uno de nosotros lo vivirá de forma diferente(añoranza, alegría, más tiempo personal, dificultad de conciliación,etc).También nuestro hijo comienza a establecer relaciones con otras personas, ya sean sus compañeros/as, amigos/as o profesores/as.
Tendremos que promocionar su autonomía, seguir funcionando nosotros como un equipo a la hora de establecer las pautas educativas a nuestro hijo, y de nuevo no ser únicamente padres.
Con respecto a la adolescencia será fundamental que, nosotros como padres, no tengamos miedo a esta etapa tan complicada para nuestros hijos adolescentes. Hay que combinar la autonomía que va demandando, propia de esta edad, con ir dándole más responsabilidad tan necesaria para el futuro adulto que será.
La dificultad a superar en esta etapa podrá venir si no entendemos la “rebelión” adolescente por la que está atravesando nuestro hijo.
4ªEtapa: Familias con hijos adultos / “nido vacío”.
Se inicia cuando los hijos ya adultos comienzan a marchar de casa y esto supone una adaptación a la vida sin ellos. En esta etapa me encuentro con mi pareja, de nuevo solos ,como en el inicio de la relación.
Puedo disfrutarla como “luna de miel” o bien, aparecer una dificultad si el vínculo conyugal no lo hemos cuidado lo suficiente por diversas causas (como, por ejemplo, anteponiendo el vínculo parental).
También la jubilación, que se produce al final de esta etapa, supondrá cambios importantes en cuanto a las rutinas y la organización de la vida en común. Esos cambios los tenemos que hablar y decidir en pareja para que ambos nos encontremos a gusto en la relación.
Por último, señalar dos dificultades más que ocurrirá en esta etapa: las enfermedades y/o fallecimiento de nuestros padres y nuestro propio envejecimiento con los cambios y adaptaciones que todo ello supone.
Y ahora, pregúntate: Estoy teniendo alguna dificultad en la etapa del ciclo vital familiar en la que me encuentro?
Si es así...Qué estoy haciendo para solucionarlo?
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